En medio de un fútbol mercantilizado, ultra profesional y supercientífico, en el que hasta las canchas de los barrios de Medellín se amueblan de un verde sintético, La López, en el corazón de la Comuna 3, aún conserva la arenilla ocre y la cara sucia de los que habitan una invasión en Manrique.
Su historia se remonta a 1941, año en el que se inauguró el Alfonso López Pumarejo, la escuela más grande de toda la ciudad. Sin embargo, la edificación de tres pisos no aguantaba los pelotazos y las disputas por la gorda y hermosa, que en ese momento era de trapo. Por eso, los estudiantes rápidamente adoptaron como propio un lote contiguo, en medio de la montaña, no solo para jugar a la pelota sino también para compartir con la familia, montar en bici y correr en un matorral aplaneado.
En los 60 se cambiaron las piedras por dos arcos de madera que se doblaban a la mitad, instalados por la Secretaría de Educación. Esto dio paso a la conformación de varios torneos que tenían como organizador a Salvador Castro. Así que la López fue la anfitriona de oncenos como La Copa de Oro, Real Madrid, Bilbao, Sporting de Lovaina, Picapiedras de la América, Boca de Villa Hermosa, El Descanso, Papelería Victoria, Toro Negro, entre otros equipos que se citaron a jugar al balón.
Nombres como Nolberto Molina, El Mincho Cardona, el Chiqui Londoño, entre otros, alcanzaron el profesionalismo llevando la arena de esta cancha en su guayo.
Así como en todo Medellín y Colombia, la guerra del narcotráfico se hizo presente en la López con muertos, apuestas ilegales y dinero. Pese a la plata y las balas, el polvo siguió acompañando un balón de fútbol, uno de básquet, otro de rugby y hasta la rápida pelota de béisbol.
Las mujeres en La López
Se dice que algunas igualadas intentaron tirar magia en arenilla, pero eran tan escasas que la rebeldía la mostraron en otro lado o simplemente, la vieron desde lejos.
Lo cierto es que, a inicios del siglo, con la inclusión de las Justas Deportivas de La Comuna 3, más mujeres se fueron acercando a la cancha. Así lo señala Javier Vélez, líder deportivo del sector. «A partir del 2007 algunas mujeres se fueron acercando, hasta sacamos un equipo para las Justas. Contratamos una profe para ellas, pero económicamente no nos dio. Entonces, abrimos un espacio en el horario de los chicos y ahí algunas pudieron entrenar. Cuando yo veía que tenían nivel, les decía a Nacional o a Liliana, de Formas Intimas. Ese fue el caso de Yésica Muñoz, por ejemplo».
La López es un escenario habitado mayormente por hombres. Sin embargo, de vez en cuando aparece una niña, generalmente sola, acompañada únicamente de un balón. Cuando esto pasa la arenilla sonríe un poco, pues a pesar del negocio, el barro se hizo para alegrar a la gente.
Las voces que hablan por la López, puede ser el siguiente escrito que devele la luz que irradia.
Es un escenario magnífico que vió crecer a muchos desde las clases de educación física, hasta la iniciación deportiva liderada por el gran JAIME ARTURO ESCOBAR con su SEMILLERO NANRIQUE que ha engalanado de buen pie para el fútbol, a tantos que por sus conocimientos han pasado.