El fútbol femenino está en auge, los aficionados al fútbol en Colombia se reúnen en los estadios y en las esquinas a ver a las mujeres picando el balón, una generación que, con resistencia, ha logrado que día a día, esta disciplina practicada por mujeres gane más adeptos en el país…
La primera patada
El primer indicio de mujeres jugando fútbol en Colombia, lo encontró la historiadora Gabriela Ardila Biela. Tras averiguaciones en notas de prensa, Ardila halló información sobre un evento deportivo que se desarrolló el 26 de julio de 1949 en Barranquilla, registrado por el medio La Prensa.
En ese mismo año, la revista Semana, publicó un artículo titulado «Solteritas y a la Orden«, en el que se anunció el partido de dos equipos de fútbol de mujeres, otra vez, en la ciudad de Barranquilla.
Recorte El Clarín – 1963
Este fenómeno se evidenció también en Antioquia. Pues la primera nota de prensa que se encontró sobre el tema fue publicada el 27 de junio de 1963 por El Clarín, sobre un partido entre los clubes de Callao de Perú que venció 7-0 a Las Cisternas de Santiago de Chile. La reseña concluye con esta cita; «al interrogarlas sobre su derrota dijeron que las peruanas son muy fuertes… «que patas tan peludas tienen», decía una de las chilenas aterrorizada».
Después de años de no aparecer en los medios, irrumpe con fuerza tras varias menciones en el año 1967, lo que demostraría que el fútbol practicado por mujeres, lejos de ser una rareza de algunas, se empezaba a instaurar en la sociedad antioqueña de la época.
La primera de esas menciones ocurrió el 16 de marzo. Allí se hizo una nota de color sobre la petición de un entrenador y masajista para un equipo de mujeres futbolistas próximo a conformarse. La forma en cómo se aborda la noticia al final, si bien, es periodismo de servicio, también deja a la interpretación un tono burlesco:
«Una de las condiciones que solicitan las jugadoras del equipo femenino es que el aspirante sea una persona de reconocida honorabilidad y no vaya a extralimitarse en sus funciones. Los interesados deben enviar comunicación al radio periódico el Clarín adjuntando una foto y su hoja de vida».
El fútbol practicado por mujeres empezó a hacer un espectáculo, ya sea por el morbo de ver niñas y adultas practicando un deporte hegemónicamente para hombres, o porque genuinamente se buscaba un poco de igualdad. El caso es que se convirtió en una herramienta de empoderamiento femenino. Así se entendió cuando la alcaldesa de Caldas invitó a un festival de fútbol de mujeres en la cancha de su municipio, el 22 de mayo.
Así mismo, el 1 de julio, se anunció con gran expectativa el partido de fútbol entre mujeres en el municipio de Guarne, que enfrentaría a oncenos de ese municipio y de Medellín. Sin embargo, el 2 de julio la noticia cambió y se hablaba sobre el veto del párroco del municipio del oriente de Antioquia.
«El partido de fútbol femenino anunciado para hoy en el municipio de Guarne, entre los equipos Atlético Nacional e Independiente Medellín, fue suspendido porque el párroco de Guarne se opuso a su realización. El caso es bastante lamentable, ya que encuentros de esta clase, en las cuales distinguidas damas practican deporte con la número cinco, han sido presentados en no solamente en Medellín, sino en otras poblaciones de Antioquia».
A pesar de su condescendencia y machismo, la prensa también aportó en la masificación del fútbol practicado por mujeres, pues allí se enunciaba la fundación de equipos en Antioquia. Así sucedió en 12 de julio, fecha en la que se comunicó la intención de Luz Ovieda Machado en conformar un club de mujeres futbolistas que tuvo por nombre Once Estrellas.
Después de un tiempo, El Clarín volvió a hablar del tema el 14 de octubre de 1971, escrito en el que se reseñaba la defensa de Dora Arango por un evento deportivo realizado el día 10 de ese mes, en el Atanasio:
«… ha tenido la idea de organizar una poderosa escuadra de mujeres futbolistas, para demostrar que, si la tentativa del domingo 10 de octubre no fue convincente, ello no obedece a que la mujer sea un fracaso como futbolista, sino que hay que promocionar mucho más estos eventos, porque como lo dice Dora, las mujeres podemos hacer más».
La autogestión desde el potrero
El silencio de los medios respecto al fútbol practicado por mujeres fue desde 1971 hasta 1973, fecha en la que El Clarín informó sobre la creación de un torneo femenino, avalado por la Liga Antioqueña de Fútbol, evento que contó con la participación de seis equipos y que se desarrolló durante quince días. La nota de prensa termina con el siguiente apartado: «el certamen será objeto de una reglamentación especial acorde con insinuaciones médicas».
Para que en la Liga existiera el interés por hacer un evento de fútbol jugado por mujeres, era porque ya se estaban jugando torneos en los barrios de Medellín y había mujeres futbolistas y ganando ese espacio.
Así que cuando se habla del origen de las mujeres jugando fútbol en Antioquia, se tiene que mencionar el nombre de Margarita Martínez, entrenadora y exfutbolista. Todo empezó cuando de Liborina llegó a Medellín y tras poco dudar se dio cuenta que el balón de fútbol era lo que más la apasionaba. Por eso, se dio a la tarea de buscar más mujeres que les gustara el fútbol.
«Yo jugaba con hombres, no había casi mujeres, así que empecé a buscarlas. No entrenábamos, solo jugábamos y yo las invitaba y así empecé a tener reconocimiento».
Margarita manifiesta que las primeras convocatorias que hizo, fue a través de medios de comunicación comunitarios de la comuna 12, la América, cerca de la cancha de la Floresta, escenario de los primeros partidos del fútbol femenino en Medellín.
De a poco, el fútbol jugado por mujeres ganaba espacio en las canchas de Medellín, en los potreros de la ciudad y gracias a Martínez, se desarrollaron torneos en las canchas de la Floresta, en Alejandro Echavarría y en Everfit y así se construyeron los primeros torneos de fútbol solo para mujeres en 1976.
«A nosotras nos daban muy duro, nos decían marimachas, machorras y un montón de cosas. Nos insultaban mucho. La gente iba a ver los partidos a burlarse de cómo jugábamos y unos pocos admiraban lo que estábamos haciendo».
Debido a su gestión, Martínez se hace un nombre en el medio y comienza a poblar de fútbol femenino en diferentes municipios de Antioquia. «En los 80 yo empecé a hablar con los alcaldes de varias partes y empecé a llevar el equipo. Jugamos en Jardín, Andes, Peque. A veces jugábamos con mujeres, pero eran muy poquitas, entonces jugábamos con hombres de una categoría menor, en potreros, no parecían canchas. La gente nos veía y se sorprendía».
La semilla que dejó huella
El fútbol femenino ha sido una herramienta política, la forma de estar en contravía a los estándares que el patriarcado ha delimitado en los cuerpos, reduciéndolos a una maquina reproductiva para que el orden y el consumo siga su curso. Sin embargo, las mujeres pateando balones, han desafiado lo normativo y han alzado banderas como la reivindicación de los derechos de la comunidad LGTBIQ+ desde el inicio.
Por su parte, el fútbol femenino en Antioquia no ha sido ajeno a esa lucha global. Por el contrario, ha sido una apuesta incansable en derribar los imaginarios y la búsqueda de igualdad. Por eso, la semilla que cultivaron estas mujeres entre 1963 y 1980, es tan fuerte que sigue cosecha tras cosecha, dando frutos.
Quizás sea el barro de los potreros lo que fermentó el florecer del fútbol femenino en Antioquia. Hasta el punto de cambiar la carasucia del barrio, por la elegancia de llenar el Atanasio, en el primer partido de la Selección Colombia de Fútbol Femenino en Medellín, en el marco del Mundial Sub-20 en 2024. Pero esa historia es para otro día… porque acá aún seguimos moldeando el balón con la arcilla de los primeros días.