En la tarde de un día de julio, Colombia se escribió en dorado, cuando en la última vuelta de los 10.000 metros por puntos, Fabriana Arias cruzó en segundo lugar, sumando 12 unidades y proclamándose campeona de la prueba en los Juegos Mundiales de Polonia.

Mientras algunas pocas voces entonaban el Gloria Inmarcesible, la nacida en Antioquia lograba alzarse por tercera vez en el cajón más alto de todos y se convirtió en historia viva del deporte colombiano, siendo la más ganadora de la cita internacional.

Con 15 campeonatos mundiales e incontables medallas en el ciclo olímpico, la vida, tan impredecible como las ruedas, dio el giro más inesperado de todos y la preparación para el siguiente reto era de nueve meses. Sí, sin saberlo y con tan solo 16 semanas de edad, Juanse ya patinaba al ritmo de su mamá.

La decisión fue fácil, luego llegó el tiempo para ser alguien normal y disfrutar la maternidad. Así que, durante casi un año, la prioridad estuvo muy lejos del alto rendimiento.

Tras el parto y una cuarentena, Fabriana volvió, pero su cuerpo aún no estaba listo: «volver no fue nada fácil y muy angustiante en muchos momentos porque antes de retirarme, de mi embarazo yo estaba en Selección Colombia y cuando regreso no era capaz de hacer ni el 50% de los entrenamientos. Fui a un campamento nacional tres meses después de tener a mi hijo y ver qué era casi de las últimas fue muy frustrante para mí. Pero fue un proceso, entender que todo iba a llegar en su momento y tenía que entrenar de manera responsable».

Sus ganas de ser madre fueron directamente proporcionales a las de seguir en lo más alto del deporte. Por eso, sin importar una fractura de clavícula ni una pandemia, la mejor patinadora de la historia se adjudicó el verdadero triunfo vital: competir, porque es lo que ama y ante todo, pensar en ella, en lo que la hace vibrar:

«En este momento me siento muy bien, muy feliz, con muchas ganas de competir, siento que se ha incrementado las metas. Pues, el hecho de ser mamá no me ha bajado los objetivos deportivos. Por el contrario, me ha motivado más, tengo más ilusión. Pienso que uno como mujer, como mamá no se puede dejar de lado, dejar de cumplir sus sueños porque empieza uno a perder su esencia, empieza a perder el disfrute de la vida. Porque personalmente, decidí retirarme dos meses el año pasado y con eso sentí que me estaba perdiendo, no era feliz».

Fabriana, mujer y mamá ganadora

En el 2021, la reina retomó su trono en casa y en el fondo, lo mejor que hace en pista desde los 4 años. De nuevo, en los benditos 10.000 metros, el oro se posó en el pecho y se convirtió en el nuevo juguete de Juan Sebastián.

Un año después, en los World Skate Games, la que nació en Envigado repitió la hazaña por vez 17 y en la prueba de siempre, los vuelos de Buenos Aires volvieron a escuchar las notas del himno colombiano. Y como si fuera poco, como si la historia se quedara cortica ante sus piernas, el campeonato 18 llegó en compañía de Luz Karime Garzón y Gabriela Rueda en la prueba de relevos pista.

Fabriana Arias se llevó el galardón como la Deportista del Año en Antioquia en 2022, un reconocimiento que entregó la Asociación de Redactores Deportivos, Acord Antitoquia. Foto: Acord Antioquia.

«Lo más complicado de ser atleta y madre es combinarlos, porque para un deportista es muy importante el descanso es de las cosas más importantes para tener rendimiento y cuando uno es mamá los descansos son muy pocos. Porque el niño se despertó a medianoche y entonces uno no puede dormir bien, porque hay que llevarlo a la guardería, recogerlo, porque hay que estar con él, entonces esos tiempos que uno tenía de descanso para uno ya no están. Sin embargo, cuento con el apoyo de mi familia, mi mamá y mi esposo, que siempre están ahí».

Fabriana Arias suma su nombre a los de Serena Williams, Shelly Ann Fraser-Pryce, Alex Morgan, entre otras, que después de ser madres volvieron a la élite mundial.

Arias no solo se conforma con ser la mejor atleta antioqueña en el 2022, ni con haber sido la mejor en 2017, ni mucho menos con ser empresaria y tener una familia. Aún el techo no se conoce, no se sabe si el final arriba de unas ruedas esté cerca, ojalá que no. Pero de lo que no hay duda es que una mamá, puede con todo.

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